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alcabor

¿Dónde he visto yo esto?

“aquellas viejas mangueras”

 

…los encontrabas un poco por todas partes y en cualquier ciudad: brigadas de empleados municipales con mangueras y escobas, decentando la ciudad, logrado que en aquellos amaneceres oliese a asfalto y adoquín limpio. Como si le extendieran una carta blanca de confianza y buena voluntad al día que llegaba y a las vidas que estaban a punto de reanudarse.

Recordaba aquellos manguerazos nocturnos hace cosa de una semana, en la plaza principal de cierta pequeña ciudad española, observando la actuación de uno de esos cochecitos de la limpieza con que el ayuntamiento, para ahorrarse personal y salarios y pluses, y de paso pagar comisiones, contratas, subcontratas, y comprarle material de alta tecnología al cuñado Ceferino, que es representante, sustituyen por todas partes a los concienzudos hombres del traje de pana y la anguera. Eran las diez de la mañana y el conductor del artilugio iba y venía al volante de un ingenio enano equipado con ruedas y cepillos y chorritos de agua, plisplas, de un lado a otro de la plaza, cmo en los coches eléctricos, deshaciendo, eso sí, los montones de suciedad acumulada para extender la mierda de forma mucho más equitativa, más repartida por los cuatro o cinco mil metros cuadrados de baldosines de la plaza. Una plaza que, según me contaron, es el ojito derecho el alcalde, porque debajo construyeron su aparcamiento favorito ras cargarse hasta el último árbol en un kilómetro a la redonda.

Arturo Pérez Reverte, “Aquellas mangueras de antaño”, en  Patente de corso

 

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