Por qué escribo…

Y como sentenciados...
Y como sentenciados,
a espaldas de las horas despiadadas,
al viento confiamos
clandestinos mensajes, testimonios
de que pasamos, de que comprendimos
y tuvimos un breve señorío

para que nadie pueda
confundirnos mañana con la nada.
27-VII-72

(Miguel D’Ors)

Rafael Esteban